Desposeer y custodiar

En un contexto de cambio profundo de las relaciones sociales como el que caracterizó el reinado de Isabel II, la función coercitiva del Estado requirió un esfuerzo añadido, pues el problema ya no era sólo hacer respetar normas de vieja raigambre que disfrutaban de cierto consenso social. Los nuevos principios consagrados por la economía política naciente tuvieron que ser impuestos a una población campesina que veía, en la erradicación de los viejos derechos consuetudinarios, la pérdida de los elementos constitutivos de su forma de vida. Para tal fin, el moderantismo gobernante se dotó de la institución coercitiva apropiada: la guardería rural.

Este libro, por una parte, analiza el sistema de reclutamiento, organización y funciones de la guardería rural, sin olvidar la extracción social de los guardas, y por otra estudia la relación de esta institución con la nueva forma de entender los bienes, usos y derechos agrarios en el marco de la transición de la sociedad señorial a la burguesa. Aunque la guardería rural no fue la principal fuerza policial durante el Ochocientos -la persecución del bandolerismo o la represión de partidas alzadas no formaba parte de sus atribuciones-, su labor diaria desempeñó un papel significativo en el asentamiento del nuevo orden social.