La desamortización de Godoy en Valencia

El perfil que adquieren, al menos en tierras valencianas, las consecuencias derivadas del final de la expansión agraria -y por extensión, artesanal y comercial- de la segunda mitad del XVIII, lejos de identificarse con una típica «crisis de subsistencias» incluye rasgos propios que ponen en cuestión el modelo de desarrollo de una agricultura comercializada en un marco feudal. Para algunos de los beneficiarios del crecimiento anterior el problema radica en la reproducción del capital acumulado. La crisis limita o anula la posibilidad de seguir destinando rentas o beneficios a las opciones que venían siendo habituales: las dificultades comerciales restan seguridad a las empresas mercantiles; la presión de la demanda sobre una oferta de tierras cada vez más limitada, encarece el precio de éstas, cuestionando la rentabilidad de tal inversión; el proceso de depreciación de los Vales Reales hace poco atractiva la compra de títulos de la Deuda...
Esas circunstancias acabaron por convertir la operación hacendística de Soler-Godoy en una ocasión para que la burguesía mercantil, las oligarquías locales y algún otro sector no privilegiado accediesen en fecha temprana a la propiedad de importantes patrimonios eclesiásticos, al tiempo que sirvió para abrir el camino hacia un sistema donde la libre circulación del capital no se viese obstaculizada por el estrecho marco de la sociedad feudal.