La tierra como motivo

En poco más de un siglo, la sociedad rural del País Valenciano ha experimentado una profunda transformación, que se ha incrementado extraordinariamente —tomando nuevos rumbos y orientaciones- en el transcurso de las últimas décadas. A medida que avanza y se profundiza el proceso de industrialización-urbanización, se incrementa la secular intercomunicación existente entre el campo y la ciudad, la cual llega a afectar a todos los aspectos y elementos de la sociedad rural. Tomando como elemento organizador de la investigación el factor tierra, el objetivo de este libro es estudiar —desde una perspectiva a la vez diacrónica y sincrónica- el impacto de aquel proceso en la evolución de dos comunidades rurales valencianas, viendo en una sucesión ininterrumpida de antes y ahora, las transformaciones que sufría dicho factor y la incidencia de éstas en las estructuras comunitarias. Pese a las notables diferencias existentes en la estructura interna y los condicionamientos físicos de las comunidades analizadas, se encuentran en su evolución una serie de elementos que, a modo de hilo conductor, permiten reconstruir la vía o tendencia común que ha caracterizado su largo proceso de transformación. En ambas se da una situación originaria muy semejante, marcada por una organización económica capitalista integrada por grandes fincas dedicadas a cultivos comerciales y por una fuerte diferenciación interna basada en el desigual reparto y acceso de la tierra, única fuente de riqueza, poder y prestigio. Diversas causas originan un resquebrajamiento de tal situación y, en un lento proceso de cambio, se llega al estado actual, caracterizado por un neto predominio de la explotación familiar y una estratificación relativamente homogénea. El impacto de la industrialización no supone en estas comunidades una simple decadencia del sistema tradicional, sino una reorganización de la producción agraria, cada vez más integrada en el sistema global. El proceso de cambio también afecta profundamente los comportamientos y actitudes, los intereses y valores de ambos pueblos, produciéndose una creciente orientación hacia el exterior, y una adhesión generalizada hacia las formas de vida de una sociedad urbano-industrial. Sin embargo, dentro de este proceso de transformación totalizador, la valoración de la tierra y del trabajo en ella se revelan como los elementos dotados de mayor estabilidad.