Libro y lectura en la Valencia del Renacimiento. (Volum I)

La época de Germana de Foix constituye por decirlo así un momento crucial en el desarrollo de la historia de la literatura valenciana. Coinciden en ella dos hechos capitales directamente relacionados con la vida literaria y que marcaron el final de la Edad Media y el Renacimiento en Valencia. El primero fue la introducción y el desarrollo de la imprenta, cuyas consecuencias son evidentes en el plano de la difusión de escritos de todo tipo. El segundo, específicamente valenciano, pero relacionado no obstante con el primero, revestía una importancia considerable, no sólo por la transformación profunda que suponía, sino también por la duración que iba a tener, puesto que sus efectos todavía son notorios en nuestros días: se trata de la sustitución del valenciano por el castellano como principal lengua literaria.

El examen de diversas fuentes ha permitido reunir una documentación, en gran parte inédita, gracias a la que se ha podido seguir, a través de sus etapas sucesivas, y en el marco particular de Valencia en la época del Renacimiento, el fenómeno complejo de la vida literaria.

En este primer volumen el autor dirige su atención a las circunstancias en las que tanto los impresores como los editores pudieron ejercer sus actividades en Valencia. El libro, como objeto material, representa a menudo la primera manifestación tangible de una creación literaria. Por ello, el estudio de su fabricación puede perfectamente constituir la etapa inicial de una reflexión que quisiera llegar a desenmarañar algo el ovillo de las complejas relaciones existentes entre todo autor y su público.

Tras estudiar en el primer volumen de esta obra el proceso de edición en la Valencia renacentista -con las complejas implicaciones que conllevaba- el autor consagra esta segunda parte de su trabajo al análisis de las diversas facetas de la difusión. Puesto que, una vez salido de prensa, el libro comienza su existencia en las estanterías del librero, existencia más o menos breve que quizás haga de él el centro de interés de un público importante. En este punto es donde la creación y la circulación de las obras se cruzan. La existencia de cenáculos literarios, y su eventual dinamismo, puede contribuir a hacer más activa la "producción" intelectual; pero al mismo tiempo no pueden dejar de influir en ella, y, en ocasiones, de modificarla sensiblemente. La acogida reservada a tal o cual obra en determinados medios pesará no sólo sobre la elección de futuros temas, sino también, en Valencia, sobre la elección de la lengua en la que éstos se tratarán. El estudio de las manifestaciones de la lectura, en las diferentes capas sociales, nos muestra que, al cabo de la cadena, concurren tanto el gran público como los aficionados ilustrados -de un modo más o menos consciente- a la elaboración del "producto" que les es propuesto, sin que hayan sido consultados explícitamente. La creación literaria, el libro y la lectura están imbricados inextricablemente.